Estrés: ¿un nuevo factor de riesgo de cáncer?
- Dr. Ludwing Bacon
- 29 mar
- 5 Min. de lectura
Artículo publicado por el Dr. F. Perry ….. en factor de impacto
¿Qué se les ocurre? Lo primero en lo que pienso es en los factores relacionados con el estilo de vida: tabaquismo, consumo de alcohol, sobrepeso… Luego pienso en la genética. Y luego pienso en la mala suerte: el azar y los rayos cósmicos que golpean el segmento equivocado de ADN, etc. Pero hay algo en lo que no pienso y me pregunto si ustedes lo hacen: el estrés. Dra. Niamey Wilson Por supuesto, yo no soy oncólogo, pero ¿saben quién sí es? Mi esposa, la gran cirujana de cáncer de mama y experta en tablas de embutidos, la Dra. Niamey Wilson. Cuando le pregunté qué factores causan cáncer, respondió de inmediato y sin titubeos "el estrés".
¿Por qué? Bueno, me dijo, simplemente lo he notado demasiadas veces. Una mujer llega con un nuevo cáncer de mama, a menudo sin factores de riesgo. Sin antecedentes familiares, sin riesgos genéticos particulares, joven. Y el hilo conductor, dice mi mujer, es el estrés. Ha perdido la cuenta del número de veces que las personas que acuden han tenido un divorcio reciente o ha muerto uno de sus padres, o incluso simplemente una vida laboral increíblemente estresante durante el último año o así.

Ella cree en la relación entre el estrés y el cáncer por puro reconocimiento de patrones. Pero esta semana, un nuevo estudio profundiza en esa relación, y muestra cómo el estrés altera el funcionamiento de nuestro sistema inmunitario de formas muy particulares, tanto que crean las condiciones ideales para el crecimiento de células malignas. El artículo que hace todo el trabajo pesado para nosotros fue recientemente publicado en JAMA Network Open por Stefan Ambs Ph. D., del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, y sus colaboradores.[1] Se trata de un estudio de 121 mujeres con cáncer de mama (principalmente en estadios 1 y 2), con una edad media de 56 años, de las cuales 65 se describieron como blancas y 56 como afroamericanas. Aunque formalmente se trata de un estudio de cohortes, yo podría referirme a él como un estudio de "fenotipado profundo" u "-ómico". Esencialmente, midieron un montón de biomarcadores en la sangre, en el cáncer y en el tejido que rodea al cáncer. Estamos hablando de 92 marcadores de proteínas inmuno-oncológicas y miles de marcadores de ADN y ARN.

Es un método muy eficaz, aunque complicado desde el punto de vista computacional. No obstante, se trata fundamentalmente de un estudio sobre el estrés, por lo que fue el aspecto más importante que se midió a partir de cuatro ámbitos: el estrés diario (es decir, las cosas cotidianas, como el trabajo, la familia, etc.), la discriminación racial, el aislamiento social y las privaciones del vecindario. Estas cuatro fuentes de estrés se relacionaron con tres resultados generales: la función inmunitaria en general, la función inmunitaria en la zona que rodea al tumor y la biología del propio tumor. Hay muchos elementos aquí, evidentemente, así que les daré la versión resumida. En términos generales, el aumento de los niveles de estrés altera el sistema inmunológico de forma que mejora drásticamente el entorno para las células cancerosas.
Profundicemos un poco más. Empezaré por el sistema inmunitario en general. La respuesta al estrés es un poco complicada. En cierto modo, el estrés aumenta la actividad del sistema inmunitario, lo que parece positivo. El sistema inmunitario no solo combate las bacterias y los virus, sino que también identifica las células que se comportan mal en el organismo y las elimina antes de que puedan matarnos. Sin embargo, la forma en que el estrés acelera el sistema inmunitario no ayuda a prevenir el cáncer. Más estrés aumenta los niveles de angiopoyetinas, sustancias que favorecen el crecimiento de los vasos sanguíneos en los tejidos. Atacar las angiopoyetinas es un pilar del tratamiento contra el cáncer, porque los tumores necesitan vasos sanguíneos para mantener su crecimiento, así que el hecho de que el estrés aumente su producción es muy negativo.
¿Qué ocurre con el llamado microentorno inmunitario local? Esencialmente, se trata de las células y tejidos que rodean al cáncer, es decir, el vecindario donde está creciendo. Para ver qué ocurría aquí, el equipo de investigación analizó el ARN producido por las células cercanas. El resultado no es bueno. descubrieron que, si bien algunas células inmunitarias, como los macrófagos M1, están activadas, también lo están los macrófagos M2, que en realidad suprimen la función inmunitaria y, lo que es más preocupante: las células especialmente buenas para erradicar las células tumorales ─conocidas como células asesinas naturales y células T cooperadoras foliculares─ están reguladas a la baja. Si el sistema inmunitario es la fuerza policial del organismo, el estrés parece despedir a los mejores detectives y sustituirlos por oficinistas que prefieren comer donas que ponerse a trabajar.
Podría ser que no todo sea malo. Los mayores niveles de estrés dieron lugar a un aumento de la carga mutacional tumoral, es decir, más errores genéticos en el propio tumor. Esto es algo parecido a un arma de doble filo. Una mayor carga mutacional puede significar un cáncer más agresivo, pero al mismo tiempo los cánceres pueden ser más susceptibles al tratamiento con inhibidores de los puntos de control inmunitario, unos fármacos anticancerígenos de gran éxito. Cabe destacar que estos efectos fueron, en general, más pronunciados en las mujeres afrodesciendientes que en las blancas, lo que podría explicar por qué la incidencia y la gravedad del cáncer de mama son más elevadas en este grupo de población. También debo señalar que, aunque la discriminación racial, el aislamiento social y las privaciones del vecindario tenían relaciones significativas con algunos marcadores procáncer, el simple estrés diario prolongado tenía la relación más constante en todos los dominios. Lo cual tiene sentido, sinceramente.
Después de todo, asuntos como la discriminación racial, el aislamiento social y las privaciones del vecindario aumentan los niveles de estrés, lo que probablemente sea parte de la razón por la que tienen resultados tan adversos para la salud. Un estudio con tantas comparaciones entre exposiciones y resultados va a ser necesariamente complejo de procesar, así que lo veo más como una aproximación inicial a la comprensión de la enrevesada interacción entre la psicología y la biología que influye en el crecimiento del cáncer que como un tratamiento definitivo del tema. No cabe duda de que futuros estudios profundizarán en estas cuestiones y quizá revelen nuevas dianas antitumorales. Mientras tanto, ¿qué hacemos? Bueno, es posible que haya llegado el momento de añadir el estrés a nuestra lista de factores de riesgo de cáncer. Y para las personas con cáncer, claro, es fácil decirles "no te estreses".
Es más difícil practicarlo. Hay estudios que han evaluado el yoga y la meditación de atención plena en el cáncer, con algunos resultados alentadores. Por supuesto, no será adecuado para todo el mundo. Averiguar qué reduce ese "estrés diario percibido" en tu propia vida ─ya sea el yoga o el golf o pasar tiempo con los seres queridos o jugar a videojuegos─ es una tarea que vale la pena. Su cuerpo y su microambiente inmunitario local se lo agradecerán.
El Dr. F. Perry Wilson, M. S.C. E., es profesor asociado de medicina y director del Acelerador de Investigación Clínica y Traslacional de Yale. Su trabajo de comunicación científica puede encontrarse en el Huffington Post, en NPR. Su nuevo libro, How Medicine Works and When It Doesn't, ya está disponible.
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